En una ciudad muy hermosa llamada Santiago, rodeada de
hermosas construcciones que luchan a diario con gigantes rectángulos, repletos
de gente con los ojos vendados, vivía una Hermosa Princesa.
Su belleza física resultaba muy atractiva para quienes
la rodeaban, pero al hablar y referirse a los demás, de su boca solo salían
sapos y culebras; por lo que siempre terminaba sola.
Todo esto la entristecía demasiado, pues era algo que
no podía evitar. Un día de caminata por la Cuidad, en su interminable soledad, un
anuncio decía:- “La receta de tu interior - ¡Termine con los sapos y culebras
de su boca! - !llame Ya!
¡Esta es mi solución!, exclamó la Princesa y decidió
llamar.
La voz al otro lado del teléfono le indicó que
regresara a casa, pues ahí recibiría las indicaciones en un sobre; y le
advirtió que al terminar el tratamiento debería compartirlo con la siguiente
persona que llamara al anuncio.
Al llegar a casa, encontró el sobre en el jardín. Lo
abrió con ansiedad y lo leyó, ya que anhelaba poder compartir con otros y disfrutar de su
compañía.
Paso número 1:
“Compra un espejo de cuerpo entero. En cuanto lo
tengas, párate frente a él y describe física y emocionalmente lo que ves”.
Paso número 2:
“Ve a la Estación Central y en un
Emporio que está justo al lado izquierdo de la farmacia naturista, compra dos botellitas:
-
La
primera es verde y contiene dos gotas del más puro elixir de Respeto.
-
La
segunda, tiene un arcoíris en la etiqueta y contiene dos gotas de Tolerancia.”
Paso número 3:
“Vuelve a Casa y con las dos
botellitas frente al espejo, cierra los ojos y bebe su contenido sin demora”.
Luego de esto te sentirás exhausta,
pues tu cuerpo y alma jamás habían experimentado semejante sensación. Dormirás
por varias horas.
Al despertar, párate frente al
espejo y describe lo que ves física y emocionalmente. ¡Verás como tu mal habrá desaparecido!
La Princesa siguió los pasos uno a uno sin dudarlo y
solo le restaba comprobar el resultado. Para esto, fue donde la única amiga que
le quedaba a conversar y contarle de su alegría.
Cuando intentó referirse mal de otros, sintió
repulsivas nauseas, por lo que desistió. Y con gran alegría comprendió que
estaba curada.
Desde entonces, la Princesa
pudo conocer otras personas y hacer más amigos, lo que le hacía profundamente
Feliz…